Abre un poco la puerta exterior (si el modelo lo permite) para favorecer la circulación de aire. Ponte los guantes y asegúrate de que el interruptor de emergencia o el bloqueo de puertas esté activado para evitar cierres inesperados.
Limpieza de suelos
– Pasa primero la aspiradora o barre suavemente para retirar polvo y restos de suciedad.
– Friega con la esponja humedecida en agua con un chorrito de detergente.
– Seca enseguida con un paño limpio para evitar resbalones y marcas de humedad.
Panel de botones y superficies táctiles
– Pulsa cada botón con una toallita desinfectante o un paño humedecido en desinfectante.
– Insiste en los bordes y juntas, donde suele acumularse la suciedad.
– Evita empapar demasiado el paño para no dañar la electrónica.
Espejos, cristales y puertas interiores
– Rocía limpiacristales en un paño de microfibra (no directamente sobre la superficie).
– Limpia con movimientos circulares para eliminar huellas y marcas.
– Seca y pule con otro paño seco para dar brillo.
Paredes y barandillas
– Para paneles de acero inoxidable, aplica el limpiador específico y pasa el paño en el sentido de la veta.
– En superficies pintadas o de PVC, usa un paño húmedo con jabón suave, luego seca bien.
– Revisa las barandillas y repítelas con desinfectante si son muy usadas.
Reposición y revisión final
– Retira las señales y conos de aviso.
– Asegúrate de que no quedan charcos ni paños olvidados.
– Prueba la cabina abriéndola y cerrándola varias veces, y comprueba que el botón de emergencia y la luz se encienden correctamente.
Un toque extra de atención
Antes de marcharte, fíjate en detalles como esquinas, marcos de puerta o juntas: un pequeño retoque final siempre marca la diferencia.
Con estos pasos tendrás un ascensor limpio, seguro y presentable, manteniendo la paciencia y el cuidado en cada rincón. ¡Manos a la obra!